Memorias De Un Beduino En El Congreso De Los Diputados by Jose Antonio Labordeta

Memorias De Un Beduino En El Congreso De Los Diputados by Jose Antonio Labordeta

autor:Jose Antonio Labordeta
La lengua: es
Format: mobi
publicado: 2010-09-27T22:00:00+00:00


Los singulares y los plurales

Estaba a punto de terminar la séptima legislatura, la que me había chupado yo con otros trescientos y pico diputados y con la ayuda de Francisco Pacheco, de María, de Ana Pilar y de otras gentes que desde los despachos, pasillos y rincones me ayudaron a tantas y tantas cosas. Ya es hora de sacar mis notas porque, curiosamente, a lo largo de esa legislatura fui tomando pequeños apuntes sobre los colegas, mis impresiones, sus silencios; también sobre esos otros ciudadanos que estuvieron cuatro años a mi lado.

Por eso a este capítulo lo titulo «Los singulares y los plurales». «Singulares», por aquellos que han dejado huella en mí, ya sea buena, mala o regular, a lo largo de estos años, y «plurales», los que apenas han estado en el hemiciclo y han votado, vociferado, gritado y denunciado más allá de su largo y frío silencio.

De los plurales no tengo apenas apuntes, y los pocos que he tomado prefiero guardarlos en el anonimato y el olvido. A otros diputados ya los he citado como ministros, y paso también de ellos. Sólo escribo sobre los que han dejado una marca en mi memoria.

Luis Acín. Diputado del PP por Huesca. Viejo colega de combates democráticos, es un ciudadano que no tiene pelos en la lengua y que, cuando sus paisanos no le votaron para ser senador, se cabreó mucho y los puso a parir. No iba a llegar muy lejos en eso de la política.

José Acosta. Siempre me ha parecido que tenía modales de corsario inglés, y le gustaba reunirse con sus conmilitones en la cafetería del hotel Suecia.

Sus andares y gestos son lentos, nunca se sabe si por «la reuma» o porque, como los grandes carnívoros africanos, observa a sus víctimas.

Luis Felipe Alcaraz. Además de comunista es un excelente poeta. Magnífico orador con un gran mordiente, en el hemiciclo siempre atacaba de frente.

Carmen Alborch. Es tan valenciana que sólo de verla te trae toda la luz mediterránea.

Modelos ilustres, escándalo de los puritanos de gris. Da gusto contemplarla.

Iñaki Anasagasti. Perdona poco la imbecilidad, y cuando habla lo hace con tal precisión que a los ministros les gustaría estar en la cafetería en vez de en el hemiciclo.

Guarda todo su resentimiento de haber nacido en Venezuela como hijo de exiliado. Es un republicano de los que no disimulan.

Pedro María Aspiazu. Del Athletic de Bilbao. Con mucha sorna y mucho conocimiento de la economía y todos esos intríngulis financieros.

José María Benegas. Las viejas glorias se diluyen por los altos escaños con la nostalgia de los días de dioses y mensajes. Sigue siendo un excelente dialéctico.

José Luis Bermejo. Riojano, socarrón, excelente fotógrafo. Me dicen que fue alcalde de Logroño. No tiene pinta. Parece muy buena persona.

José Blanco. Gallego. Dicen que va para importante. No lo aparenta.

Josep Borrell. Ha perdido algunas batallas, pero resiste. Sigue bajando en las navatas del Segre, entrenándose para subir hacia lo alto. Éstos nunca paran.

Leocadio Bueso. Más triste que los atardeceres de su ciudad, Teruel. Seguro que en su pueblo natal, el serrano Fortanete, le han puesto una calle.



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